Nosotros sabemos que los números no son reales, al menos no como pensamos usualmente. Por ejemplo, si tengo dos manzanas y le doy una mordida a una, lo lógico es pensar que ahora tengo un número finito que representa menos de dos manzanas, por ejemplo 1,53 manzanas. Pero esto solo sería correcto si la manzana esta formada por un número finito de partículas. En cambio si la materia se puede se puede dividir infinitamente podría ser que tenga un numero irracional de manzanas como 1,53846153846.. e infinitos decimales mas. Porque donde se encuentra el mordisco hay átomos formados por partículas subatómicas que se pueden dividir infinitamente, sin llegar nunca a una partícula ultérrima, al menos en teoría. Una materia organizada en paquetes discretos de energía, como la presenta la ciencia actual, tal vez está siendo una inmadura escapatoria a confrontar el misterio de la existencia con la posibilidad de lo infinitamente pequeño. Para llegar a ser una civilización multidimensional esta irracionalidad de lo real es lo primero que debería aprender un niño, simultáneamente con las operaciones matemáticas básicas.
El otro punto esencial de esa revolución pedagógica es el aprendizaje de la geometría en simultáneo con la topología. La pregunta por si son reales las matemáticas, también es la pregunta si es real la geometría. La geometría estudia las formas, mientras para la topología la forma es relativa, ya que es una abolición de las nociones "adentro" y "afuera". Los cuerpos que estudia la geometría como el triángulo o el cubo tienen adentro y afuera, pero los cuerpos que estudia la topología como la Cinta de Moebius o la Botella de Klein tienen superficies paradójicas que son a la vez adentro y afuera.
Ahora, supongamos que el universo fuera topológico en vez de geométrico. Esto es lo que sostengo en la Teoría del Topocosmos. Si así fuera, podríamos viajar hacia el núcleo caliente de un planeta e ingresar a un inmenso "espacio magmático" (aunque no líquido, en realidad 5500 veces mas denso que la roca), tan amplio como el frío y negro espacio exterior. El paseo por este denso y caliente espacio luminoso terminaría en la superficie de alguna estrella o quasar en el espacio helado, oscuro y liviano que conocemos. Es básicamente la suposición de que los pozos gravitatorios masivos de este negro universo, conocidos como "estrellas" son en realidad "agujeros blancos" por donde se revela una dimensión opuesta a la conocida.
En la Teoría del Topocosmos hay tres dimensiones llamadas R, G y B, en analogía con los haz de luz red, green y blue que unidos forman la luz blanca, o los quarks R, G, B que forman los hadrones (protones y neutrones) según la cromodinámica cuántica. En la cosmovisión cristiana medieval aparecen algo distorsionados como el infierno, la creación y el paraíso celestial. La Ley RGB, o sea la presencia de R, G y B en todos los ordenes de realidad es casi un axioma intuitivamente conocido por varias culturas tradicionales. No habrá revolución pedagógica si no enseñamos que los mitos y leyendas son un saber holonómico elevado de origen multicausal.
Por ejemplo, cuenta la mitología escandinava que en el inicio del universo no había más que dos regiones, el Niflheimr, la tierra helada del Norte (Dimensión B) y el Muspell, la tierra ardiente del Sur (Dimensión R). De la unión del hielo y el fuego nació el gigante Ymir (Dimensión G) cuyo cuerpo se transformaría después en la Tierra. Junto con Ymir estaba la vaca Audhumla que se alimentaba del hielo, ella representa la vida microbiana basada en la producción de acido láctico (de ahí la relación: la vaca > da leche > producida por bacterias lácticas). De este cultivo láctico evolucionaron todas las especies inteligentes de la exotaxología de la Teoría de la Tierra Bonsai. La mitología clásica cuenta que aquel haz blanco que se observa en el cielo, conocido como Vía Láctea (que significa "camino de leche") era la leche derramada del pecho de la diosa Hera (Juno para los griegos). Esta conexión (leche-vida basada en acido láctico) es una transcognición, algo que no se podía saber racionalmente en la antigüedad, sino que es un saber holonómico, resultado de una profunda conexión con el universo. Dicho mas simple, es una revelación.
La Dimensión R, también llamada Dimensión Caliente es una proyección de nuestra realidad con el centro de las estrellas y planetas como exterior, mientras al que la NASA llama espacio exterior son islas de realidad endosféricas llamadas Soles Negros flotando en un mar de aspecto magmático. La única manera de viajar por este espacio ardiente sería poseer una nave ultradensa que se abra paso en esas extremas condiciones, o ser ultraliviano, por ejemplo ser una forma de vida "espectral" sin materia si no exclusivamente Ba (campo morfogenético) y Ka (energía neguentrópica). En la Dimensión R también habrían planetas parecidos al modelo de Tierra Hueca o el similar Tierra Cóncava, que no serían tales sino una proyección topológica, un modo topológico de ver la realidad. Otra consecuencia de suponer la Dimensión R sería que mientras el Big Bang sucedía en la Dimensión B, en la R se formaba simultáneamente un descomunal agujero negro.
La Dimensión B es la que las agencias espaciales llaman espacio exterior, pero que es más justo llamar Dimensión Fría por que es la misma Dimensión R pero proyectada con los Soles Negros como exterior. En el modelo de la Ley RGB el exterior caliente de la Dimensión R es el interior de los Soles de la Dimensión B, y la tierra se proyecta de forma esferoide u otro cuerpo convexo (planetas). En la Dimensión B la realidad multiplanisferica y/o multiplanetaria PLUN-PCON está fracturada en islas de realidad llamadas planetas, estando cada planeta separado uno de otro por distancias gigantescas.
De todas las formas de llegar a otro planeta la más estúpida es la de viajar por la Dimensión B recorriendo distancias en años-luz en el océano de falso vacío, siendo siempre preferible viajar por la Dimensión G. Esta es la Tierra Plano Dimensional, el PLUN/PCON donde se neutraliza la Dimensión R y la Dimensión B. En la Dimensión G la tierra es plana, pero no cerrada por un domo (lo prueban los mapas de Monte Urbano, Genaro Peticaro y Cornelis de Jode) sino que es un plano vastísimo, quizás infinito.