lunes, 8 de noviembre de 2021

DISCAPACITADOS DEL ESPIRITU

Existen dos clases de seres humanos: los ricos y los pobres. El rico es un espíritu libre, modifica la realidad todo lo que es físicamente posible. El pobre en cambio, es un discapacitado del espíritu, por eso ve pasar la vida frente a sus ojos sin poder cambiar nada. Aunque fuera una persona mas fuerte que el promedio, el pobre carece del musculo de lo urbano, el dinero. Pero no es el dinero lo que posee la capacidad para cambiar la realidad. Es el espíritu (la conciencia, la inteligencia, el sentimiento y la emoción, es decir todo lo que sucede en su fuero interno) lo que posee la capacidad para cambiar la realidad tras cambiarse a si mismo. El pobre no es un discapacitado financiero, es un discapacitado del espíritu.


Por eso cuando oigo a una persona pobre decirle a otra que es un "hombre de poca fe" me provoca risa para mis adentros. ¿Como se atreve a decirlo alguien que sufre por gastos comunes? Sea cual sea la religión del pobre, es una religión falsa, al ser incapaz de probar su potencia espiritual alcanzando la libertad financiera. Incluso si su religión fuera la verdadera, el pobre la convertiría en una religión falsa. Pero la mayor prueba de la falsedad de las religiones es la demagogia de sus narrativas, donde el rico es malo y el pobre es bueno.


Al igual que una persona invidente o parapléjica, el pobre carece de las virtudes intangibles que le darán riqueza: paciencia, perseverancia, fuerza de voluntad e inteligencia, todo lo que contribuirá a otra virtud aun mas importante: su independencia (financiera, emocional, intelectual). Al carecer de gran parte de la paleta de virtudes intangibles el pobre no puede luchar por sus sueños sin una relación de dependencia financiera. Es el perdedor del sistema, porque busca ser "empleado" y porque cree en la indignidad de la palabra "desempleado". Así como uno emplea una herramienta, el pobre busca ser una herramienta de otro. Para conseguir sus fines, depende de que otro lo use. Busca empleo, y a veces lo consigue, en vez de empezar a trabajar.


Pero esta discapacidad de espíritu no es culpa del pobre, el fue criado en la cultura de la pobreza y no conoce otra modalidad de acción. Desde pequeño fue enviado a centros de enseñanza basados en fábricas textiles del siglo XIX, donde el trabajo se realiza sentado hasta que suena un timbre, y se le enseñó que está en una superestructura donde siempre necesita la aprobación de alguien mas para subir de nivel. También le enseñaron que demasiado movimiento es motivo de amonestación. Así consiguieron apagar su llama para siempre, lo lisiaron del espíritu.


Por eso la mayoría no puede publicar un libro y posicionarlo como superventa, crear una banda musical influyente, mostrar una obra pictórica o escultórica en importantes galerías del mundo, hacer un descubrimiento científico revolucionario, o simplemente generar una estructura empresarial exitosa. Porque primero necesitan la aprobación de alguien a quien consideran superior. Es tan profunda la marca que ha dejado el sistema educativo en ellos que sin esa aprobación están paralizados. Y de esta amputación espiritual los hombres son mas victimas que las mujeres, porque del 60 al 80% de los educadores de primaria son mujeres, y esto los formará para ver inconscientemente una figura de validación en el sexo opuesto, sin la cual no pueden avanzar.


Para usar una analogía, el hombre que busca empleo para obtener libertad financiera, tiene una contextura espiritual tan lamentable como la mujer que busca matrimonio para realizarse en la vida. La contratación informal (en lenguaje coloquial "trabajo en negro") es como una relación abierta o un noviazgo, pero la contratación formal ("trabajo en blanco") es como el matrimonio. Cuando la ex presidente CFK dijo "el trabajo en negro es inmoral" es como si estuviera diciendo "el sexo prematrimonial es inmoral" porque en ambos casos se trata de contratos donde el Estado busca ser el mediador. La élite oscuranti trata de mantener al discapacitado de espíritu en la órbita de esa pulseada entre el compromiso y la flexibilización en contratación, para que no tenga un ápice de independencia emprendedora y jamás consiga la libertad financiera.


Imagen: "Mammon y su esclavo" de Sascha Schneider