domingo, 11 de abril de 2021

Hitler y los judíos CONSPIRARON JUNTOS * Argus Alexander

Quien no pensó alguna vez “quizás Hitler mataba judíos para que no mataran luego palestinos” Entonces viene la controversia y los ajustes semánticos: no es lo mismo judío, que sionista o semita, y por lo tanto no es lo mismo antijudío, que antisionista, o antisemita. Pero no nos metamos en ese tema, ahora les propongo que piensen en una posible conspiración entre los judíos y los nazis o al menos que observen estos misteriosos parecidos que expongo y saquen sus conclusiones:


* Durante la Primera Guerra Mundial, la Organización Sionista Mundial apoyaba a Alemania en vez de Rusia y sus aliados. Los sionistas del Segundo Reich intentaban que Alemania influyera en el Imperio Otomano con vistas a la creación de un estado judío en Palestina.


* Antes de Hitler en la historia judía hay dos grandes presidentes del sanedrín llamados: Hilel el Viejo, y Hilel el Nasi (Nasi significa presidente del sanedrín según Wikipedia) Del primero se dice que fue maestro de Jesús de Nazareth además creador del prosboul, y el segundo es el creador del calendario hebreo moderno.


* Desde mucho antes de Hitler, los judíos se dividían en dos grandes grupos étnicos: los Askenazi, rubios y de ojos azules que estaban en Alemania (75% caucásicos 25% semitas) y los Sefardi, que estaban en España y Portugal y se ven más como un semita con barba y ojos oscuros (75% semitas 25% caucásicos).


* También había una doctrina racista llamada Angloisraelismo que decía que los judíos ingleses eran mejores por ser descendientes de la tribu de Levi que tenían una posición eminente entre los antiguos judíos (Moisés era levita), y Sion debía establecerse en Bretaña.


*Benjamin Disraeli, un judío del siglo XIX que llego a ser primer ministro de Reino Unido, dijo “mi raza judía es la mejor” (el era con pelo oscuro y ojos claros como Hitler). Lean la novela Disraeli de André Maurois. En esta novela histórica Disraeli era amigo de Edward Buller Liton autor de “La Raza Futura” ficción adorada hoy por los nazis que cuenta de una raza intraterrestre muy avanzada de la que provienen los arios.


* En la Segunda Guerra Mundial, se comentaba en los periódicos que Hitler no pasaba el filtro eugenésico que exigía cuatro generaciones de raza aria para pertenecer a las SS, la primera generación de su abuelo estaba perdida. De esto trata Adolf, el manga de Osamu Tezuka, claro, con licencias artísticas y sesgo ideológico de izquierda. De la misma manera que el ejército nazi, el Ketubot judío exige cuatro generaciones de practicar judaísmo (cuando se obtiene la judeidad que es la condición de judío) para casarse en Israel.


* Hiller es apellido judío, diferenciado en una sola letra de Hitler. Tras el final de la guerra, los familiares de Hitler no querían problemas, por eso se fueron a EEUU y se cambiaron el apellido pasando a llamarse Hiller, como si fueran judíos. O así lo cuenta un documental del canal Nat Geo.


* Por el Acuerdo Ha Avara, Hitler envió cientos de Judíos protegidos del Reich a Palestina y usaban una Moneda con la estrella judía de un lado y la esvástica nazi del otro.. Dicen eso libros de historia oficial (no revisionistas y negacionistas del holocausto). El holocausto, real o inventado, finalmente benefició a los judíos, para establecer su estado invadiendo Palestina (no todos los nazis son negacionistas del holocausto).


¿Piensan que todo esto es casualidad? Parece que al final los antagonistas estaban más cerca de lo que parecía. Aunque después de todo Hitler me agrade, confieso, porque el fascismo es la más vilipendiada de todas las ideologías. Si según los nazis existe una conspiración judía mundial que creó el comunismo y el capitalismo ¿No podría haber creado también al fascismo para completar su plan? La vieja estrategia (antiquísima como la humanidad) de asimilar a la disidencia o generarla.


De esa forma el capitalismo y comunismo (tesis y antítesis) quedaban como opciones democráticas, mientras que el fascismo (síntesis) decía la verdad (una conspiración judía mundial) pero de una forma no creíble (los Protocolos de los Sabios de Sion donde los judíos se denuncian a sí mismos) y con ensañamiento  hacia todos los judíos, lo que les otorgaba más tarde los “privilegios del oprimido" en todo el mundo.





viernes, 9 de abril de 2021

El pensamiento político de Parravicini * Macá A

Del joven en repulsas al Caminante de Cristo.       

junio 14, 2017


‎"Llega la era del hombre gris"‎‎ Escribió Benjamin Solari Parravicini. Benito Mussolini dijo ‎‎"La masa es desechable son hombres grises"‎‎. Parravicini también escribió ‎‎"Llega el hombre masa y hablará de modalidades nuevas"‎‎ y en esta psicografía salen el martillo y la hoz del comunismo. ‎

‎El concepto de Musolini de masa es distinto de pueblo, porque el pueblo tiene "colores" (su bandera) no es "gris". Esto es fundamental para entender porque el Che Guevara dice ‎‎“¡Los jóvenes deben aprender a pensar y actuar como una masa. Es criminal pensar como individuos!”‎‎ Es importantisimo que el Che dijo masa y no pueblo. ‎

‎Parece que Parravicini es antifascista porque profetiza una era de ‎‎"hombre masa"‎‎, o sea un mundo posnacional. Sin embargo puede decirse también que Parravicini es un nacionalista porque gran parte de sus profecías se centraron en la Argentina, ya que pensaba que era el país elegido por Dios. Además su amigo Sigurd Von Wurmb al que se refiere en sus profecías como ‎‎"el hermano Sigurd"‎‎ es quien publicó sus psicografías y es un ex soldado nazi refugiado en Argentina. ‎

‎Aunque en sus psicografías Parravicini rechaza tanto el fascismo como el comunismo, su pensamiento se puede perfilar a grandes rasgos como el de un conservador cristiano y se puede discutir si es exactamente católico porque a la vez es crítico de la Iglesia y sus transformaciones, además del condimento esotérico de su obra que no sería aceptado por el catolicismo romano. ‎

‎Por eso para entender al hombre gris, quien es políticamente, hay que conocer al ‎‎"joven en repulsas"‎

 "El joven en repulsas‎‎ ‎‎es un ser en desarraigo, que piensa esperanzado a solas ... en un reecuentro" BSP‎

‎En esta psicografía aparece un joven de aspecto hippie con una A en el pecho posiblemente significando Anarquía. Se refiere a manifestaciones juveniles como el hippie y el punk. ‎

‎Por eso Parravicini dice ‎‎"La Argentina (...) puede ver sangre en las calles si no ve el instante del hombre gris" ‎‎Porque el hombre gris es uno mas de la masa, como ‎‎Lee Harvey Oswald‎‎ el asesino de Kennedy o ‎‎Gabrilo Princip‎‎ que disparó a Franz Ferdinand provocando la Primera Guerra Mundial. El hombre gris es un joven anónimo, un potencial terrorista, a la vez que potencial héroe que puede salvarse. ‎

"Joven: Medite su protesta... su repulsa... su inconformismo... Silencie su ímpetud... luego hable... SERÁ!" BSP‎

‎ ‎‎"La nueva juventud que grita quedará en el grito, conocerá el vacío de la ceguera, más llega ya el día en que verá y será caminante de ... Cristo!" BSP‎

‎La fe de Parravicini en el Hombre Gris es la esperanza en que ese ‎‎"joven en repulsas"‎‎, ese ‎‎"hombre gris de la masa"‎‎ se tranforme en un ‎‎"Caminante de Cristo"‎‎. Por tanto el ‎‎"joven en repulsas", "hombre masa" ‎‎(Che) u ‎‎"hombre gris" ‎‎(Mussolini), un pretendido revolucionario, y por otro lado el ‎‎"Caminante"‎‎ son todos la misma persona o el mismo colectivo juvenil susceptible de mutaciones de identidad. ‎

‎Por tanto lo que Parravicini le reclama a Mussolini es que nadie es desechable, ni siquiera los ‎‎"hombres grises"‎‎ de la masa, pues todos tienen posibilidad de redención. A la vez deja claro que no apoya la acción revolucionaria de izquierdas en las calles cuando escribe:‎‎ ‎‎ 

"No existe revolución ni cambio, sólo estudiado devío y obsecuencia al oro" BSP‎

‎Esto significa que las llamadas Revolución de Octubre de Rusia y la Revolución Conservadora de la italia fascista son para Parravicini "‎‎estudiados desvíos"‎‎, conmociones pasajeras provocadas por subterfugios bien planeados. La verdadera revolución es un cambio interno, una transformación espiritual colectiva pero que se comienza individualmente por uno mismo. ‎

‎En resumen, Parravicini es políticamente un nacionalista moderado, cristiano esotérico ecuménico preocupado del futuro de la Iglesia y las revueltas de la juventud. Los profetas muchas veces mas que del futuro de lo que hablan es del pasado y el presente, porque todo regresa en ciclos. En el texto ‎‎"El Hombre Gris es Parravicini"‎‎ expliqué que el Hombre Gris no se refiere a una persona atemporal sino a un pintor, al mismo Parravicini. ‎

‎Por eso entender al Hombre Gris es entender al mismo Parravicini que probablemente fué un joven en repulsas y se transformó en un Caminante de Cristo. Esto significaría que para descifrar las psicografías de Parravicini no es suficiente ser un especulador esotérico sino que además habría que ser historiador y adentrarse en la vida de Parravicini. ‎


‎‎Deberías leer este artículo:‎

El Hombre Gris es Parravicini * Macá A 

 

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 Teoría del SPRAY * Macá A





miércoles, 7 de abril de 2021

MARX y ENGELS, dos RACISTAS decimonónicos * Historia Veridica


Engels y Marx

Lo que la mayoría de la gente no sabe (incluidos los marxistas) es que Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895), filósofos y sociólogos alemanes de origen judío, amigos íntimos de su compatriota, el sionista Moses Hess, eran racistas y proimperialistas. Por ejemplo, su eurocentrismo no le permitía apreciar en absoluto a los mexicanos. Respecto a la anexión de California después de la intervención norteamericana en el país azteca entre 1846-1848, donde los mexicanos perdieron definitivamente el 55% de su territorio, Marx y Engels escribieron en una editorial: “Sin violencia, nada se logra en la historia”. Luego comentaron: «¿Y le reprochará Bakunin a los norteamericanos una “guerra de conquista”, que por cierto propina un rudo golpe a su teoría basada en “la justicia y la humanidad”, pero que fue llevada a cabo única y exclusivamente en beneficio de la civilización? ¿O acaso es una desgracia que la magnífica California haya sido arrancada a los perezosos mexicanos, que no sabían qué hacer con ella?; ¿lo es que los enérgicos yanquis, mediante la rápida explotación de las minas de oro que existen allí, aumenten los medios de circulación, concentren en la costa más apropiada del Océano Pacífico, en pocos años, una densa población y un activo comercio, creen grandes ciudades, establezcan líneas de barcos a vapor, tiendan un ferrocarril desde Nueva York a San Francisco, abran en realidad por primera vez el Océano Pacífico a la civilización y por tercera vez en la historia impriman una nueva orientación al comercio mundial? La “independencia” de algunos españoles de California y Texas sufrirá con ello, tal vez; la “justicia” y otros principios morales quizá sean vulnerados aquí y allá, ¿pero qué importa esto frente a tales hechos históricos-universales?»[1]
Este análisis que favorece abiertamente el expansionismo de “los más emprendedores e industrializados” no sólo es una alabanza a los principios del capitalismo sino es un pensamiento eminentemente racista y opresor que constituye un mentís a toda la cháchara marxista.
Engels, co-autor con Marx del ‘Manifiesto del Partido Comunista’, agregó, «En Norteamérica hemos sido testigos de la conquista de México y nos hemos alegrado. Es por el interés de su propio desarrollo que México debe estar bajo la tutela de los Estados Unidos.» Muchas de estas ideas desembozadas de Marx pueden encontrarse en el libro escrito por el ex comunista estadounidense Nathaniel Weyl (1910-2005), intitulado “Karl Marx, racista”.[2]

Mapa de los EE.UU. donde puede verse las adquisiciones territoriales entre 1783 y 1917











En una carta de julio 1862 a Engels, en referencia a su rival socialista político, Ferdinand Lassalle (1825-1864), Marx escribió: «Ahora está completamente claro para mí que él, como queda demostrado por su cráneo y su pelo, desciende de los negros de Egipto, en el supuesto de que su madre o su abuela no se mezclaran con un negro. Ahora bien, esta unión de judaísmo y germanismo sobre una base negra tiene que producir un producto peculiar. La impertinencia del personaje es también negra.»
Engels compartió gran parte de la filosofía racial de Marx.
En 1887, Paul Lafargue (1842-1911), el yerno de Marx casado con su hija Laura Marx (1845-1911), era candidato a concejal en un distrito parisino que contaba con un parque zoológico. Engels afirmaba que Paul tenía “un octavo o un doceavo de sangre negra”. En una carta de abril 1887 a Laura, la esposa de Paul, Engels escribió: «Hallándose en su calidad de negro, un grado más próximo al resto del reino animal que el resto de nosotros, él es sin duda el representante más adecuado para ese distrito.»
Marx y Engels compartieron una creencia extendida en toda la historia de la humanidad hasta nuestros días: la creencia de que algunas personas están dotadas de una sabiduría e inteligencia superior, y que ellos han sido ordenados para imponer por la fuerza esa sabiduría a las masas.


[1] K. Marx, “El paneslavismo democrático”, Neue Rheinische Zeitung Nº 222, Colonia (Köln), 14 de febrero de 1849.
[2] Nathaniel Weyl, Karl Marx, Racist. New Rochelle, NY: Arlington House, 1979.





Fuente:

http://nazismosionismo.blogspot.com/2012/03/capitulo-iii-marx-y-engels-dos-racistas.html


Las Malvinas NO SON argentinas * Fabián Harari

La idea de que las Malvinas pertenecen al Estado argentino, igual que algo que se llama “Antártida Argentina”, es inculcada desde nuestra más temprana edad. Que el imperio británico nos las sacó, también. Sobre esta liturgia o nacionalismo geográfico, todas las corrientes políticas entienden que se trata de un justo reclamo. La izquierda agrega que la Argentina “no está completa” y que la burguesía carece de ambición para enfrentarse al imperialismo. Por lo tanto, la tarea de los revolucionarios, ante todo, es recuperarlas para el “desarrollo nacional”. Peronistas, radicales, stalinistas, maoístas, guevaristas y trotskistas se dan la mano para una “causa nacional”. Si fuese posible, los gobiernos instaurarían el Día de las Malvinas cada semana.

¿Una causa nacional?

Empecemos por una pregunta sumamente sencilla: ¿las Malvinas son argentinas? Es una pregunta mal formulada, ¿qué significa “son”? ¿Según qué derecho? Un pedazo de tierra, cualquiera, no es esencialmente argentino ni británico ni uruguayo, igual que las personas o los animales. No son, los hacen. ¿Y cómo se hacen? Ahí empieza el problema. Para la burguesía, existe lo que se llama el “derecho histórico”: esto es mío porque yo lo descubrí/ocupé primero o porque lo compré. Y, en última instancia, porque lo conquisté, sí, pero hace mucho, cuando las leyes y tratados internacionales no existían (aunque esto constituya un derecho algo más dudoso a medida que nos acercamos en el tiempo). Así es como se discuten las soberanías en la esfera burguesa del derecho internacional. Básicamente, en la ONU.

La realidad es que el llamado “derecho histórico” es un absurdo. En realidad, la única soberanía que crea derecho es la de la lucha de clases. Una burguesía que puede apropiarse de suficiente terreno frente a otras creará derecho y, si no puede mantenerlo, lo perderá. Lo sabe la burguesía yanqui, que les ganó tierras a los pueblos del Oeste y a medio México. Lo sabe todo el mundo, pero no puede admitirse abierta ni (mucho menos) jurídicamente, porque eso impediría regular las tendencias a la guerra en el seno de la burguesía mundial. Pero así es como se crean las soberanías territoriales. Y lo mismo vale para el caso Malvinas.

Ahora bien, ¿qué le importa todo esto a la clase obrera? Muy poco. Por lo único que debería preocuparse es si esa falta de territorio, o esa intromisión de una burguesía extranjera, constituye un obstáculo al desarrollo de la vida de la sociedad tal como funciona. Es decir, si estamos ante una causa nacional, a la altura de la invasión norteamericana a Irak o Afganistán o a la ocupación británica en Irlanda o la India en el siglo XIX. Claro que, en caso de que la respuesta fuese afirmativa, cabría una segunda pregunta: ¿en qué medida al proletariado le interesa recomponer (o crear) el Estado nacional y la dominación burguesa y en qué medida puede aprovechar esa descomposición para construir la suya propia (Rusia, Vietnam)? Pero claro, si la primera respuesta es negativa, la segunda pregunta es superflua.

Entonces, ¿es Malvinas una causa nacional? ¿La Argentina está incompleta como nación? No parece. No hay en las islas ninguna riqueza natural importante que haga una diferencia: ni agraria, ni minera, ni petrolera. Tampoco hay una riqueza poblacional, como podía representar el Alto Perú, a comienzos del siglo XIX. Tampoco hay una población “rehén”: nunca hubo allí una comunidad española en tiempos virreinales, ni mucho menos una argentina.

La Argentina se forjó como nación sin las islas y las perdió cuando ni siquiera era la República Argentina en la que vivimos. En su camino a la construcción del Estado nacional, la burguesía rioplatense conquistó muchos territorios (Patagonia, Chaco) y perdió otros tantos (Banda Oriental, Sur de Brasil, Alto Perú y Paraguay). Las Malvinas valen mucho menos que cualquiera de estos. Si hay algo que valdría la pena reclamar, hoy, es Bolivia: a la renta agraria sumaríamos una nada despreciable renta del gas… ¿Propondría la izquierda “recuperar” Bolivia?

Lejos de acelerar las tareas nacionales, quedarse con esas islas hubiera dificultado aún más esa construcción, ya que habría que haber desviado fondos para cuidar un territorio lejano e inútil. Así lo entendieron los gobiernos durante el siglo XIX, que nunca buscaron poblar las islas. E incluso ofrecieron canjearlas por la condonación de la deuda externa (Rosas). Los primeros reclamos diplomáticos (muy tibios, por cierto) datan recién de la década de 1880. Claramente, no estamos ante una causa nacional.

¿Y qué hay del reclamo jurídico? Nada. En términos del derecho meramente burgués, son inglesas o de los kelpers. Fueron pobladas inicialmente por Francia y luego conquistadas por Inglaterra. España logró la posesión de una parte en 1767 y, luego de la expulsión de los ingleses en 1770, se le devolvió soberanía a Inglaterra en 1771, aunque esta se retirara tres años más tarde. Permanecieron despobladas desde 1811 hasta 1823, en que el gobierno de Buenos Aires tercerizó su poblamiento a una mayoría de ingleses y alemanes. En 1832, el oficial “argentino” a cargo fue asesinado por su tropa, que rindió las islas a la Corona británica en 1833. Es decir, ese territorio nunca formó parte de ningún estado en términos reales. Y si hubo una “voluntad soberana”, fue la de pertenecer a un Estado real (Inglaterra) frente a un proyecto de nación de un grupo de ganaderos que se debatía en medio de la guerra civil. Desde los argumentos más sustantivos a los más leguleyos no hay ningún motivo para reclamar esas islas. No hay nada que recuperar.

Todos con Galtieri

Sin prestar atención a ninguna de estas razones, en 1982 la izquierda se lanzó acompañar a la burguesía argentina (o más bien, a una parte de ella) en su aventura por conquistar las Malvinas, pretendiendo que el conjunto del proletariado hiciera causa común y pusiera el cuerpo.

La acción no podía ser más inadecuada, ya que quien emprendía la iniciativa era una dictadura que había liquidado a toda la vanguardia obrera y que mantenía la proscripción a la vida política y sindical. Un gobierno que había intervenido en favor de la contrarrevolución en América Central. Es decir, se estaba apoyando no solo al enemigo, sino a su faceta más nociva para la clase obrera.

Pero hay más: esa dictadura estaba en crisis. En 1981, el país tuvo cinco presidentes (Videla, Viola, Liendo, Lacoste y Galtieri), que terminó con un golpe de Estado de la Marina. El fracaso del plan de Martínez de Hoz deja un país con un 131% de inflación, un déficit del 8% del PBI y 2.712 quiebras. Sobre este descontento y esta división gubernamental, comienza a reconstruirse la acción sindical, la que confluye en la gran huelga del 30 de marzo de 1982. La invasión a Malvinas, entonces, opera como un intento desesperado de reconstruir un régimen a la deriva. La izquierda, en lugar de aprovechar para ocupar un lugar destacado en la lucha, decide colaborar en la operación de rescate.

Uno de los argumentos para apoyar a la dictadura era que enfrente estaba Gran Bretaña y un triunfo argentino hubiera sido un golpe al imperialismo anglo-yanqui. En primer lugar, EEUU manejaba la posibilidad de entregar las Malvinas a la Argentina. De hecho, la existencia de dos estrategias dentro del gobierno norteamericano fue lo que animó a la Marina. En segundo, y más importante, un triunfo de Galtieri hubiera perpetuado la dictadura muchos años, tal vez tanto como en Chile. Eso significa la prohibición de los partidos de izquierda por diez años más y otro tanto para la actividad sindical. Estamos hablando de un incalculable retroceso económico, político y moral del proletariado. Nada de la izquierda que tenemos ahora (poco o mucho) hubiese existido. Para hacerse una idea de los resultados, no hay más que ver a la clase obrera chilena. Afortunadamente para los partidos que intervinieron (PO, PC, PCR y el morenismo), la aventura terminó mal. Si no, todavía estarían pagando el error.

Con todo, se perdió una oportunidad inestimable de pasar al frente. La derrota profundizó la crisis. Recordemos que entre el 17 de junio y el 10 de octubre de 1982 la Junta Militar estuvo disuelta, con la Marina y la Aeronáutica retiradas del Gobierno. El desconcierto fue aprovechado por los elementos burgueses más críticos de la aventura (Alfonsín). Madres también capitalizó su posición distante.

Uno ya puede imaginar la réplica: “¿Entonces hubieran apoyado a Thatcher?”. Por supuesto que no. El derrotismo en el propio país no implica el apoyo al contrincante. ¿Acaso los internacionalistas contra la guerra mundial en Alemania apoyaban a Francia y los franceses a Alemania? ¿Lenin apoyó a Japón o a Alemania contra Rusia? Una campaña internacional contra la guerra implicaba el llamamiento a los obreros ingleses a levantarse contra su gobierno en un boicot común. En lugar de enfrentar a los obreros, había que unirlos contra sus verdaderos enemigos.

Lo nuestro, lo de ellos

Y sin embargo, la causa nacional, el derecho burgués real, el derecho histórico y las características de la guerra tienen un valor menor frente a este problema: ¿de quiénes son las cosas? Se dice “las Malvinas son nuestras” o “no son nuestras”. Pero la pregunta es: ¿a quiénes nos referimos cuando decimos “nosotros”? La burguesía nos promete que, de conseguir esas tierras, serán de todos y todos seremos más felices.

Pero las Malvinas no son nuestras y no lo serán si algún gobierno decide recuperarlas (por la diplomacia o la fuerza). Simplemente, porque la Argentina no lo es. El país no nos pertenece. Es una propiedad de la burguesía. Ella es la única soberana. De conquistar las islas, será esa clase la que corra a hacer negocios (si es que hay) y disfrute de los resultados (si es que se producen). Para el resto, para todos nosotros, la vida transcurrirá por los carriles de siempre. Por eso, esas cosas nos tienen sin cuidado. Ese es el gran error de la izquierda: creer a pie juntillas lo que dice el enemigo e identificarse con sus anhelos.

Este texto no es de mi autoría, lo copié de la siguiente web: 

https://www.taringa.net/+ciencia_educacion/las-malvinas-no-son-argentinas_33pf48

A continuacion, mi replica a los argumentos de Fabian Harari:

La clase no es una identidad porque no es una casta, es solo una circunstancia y por eso puede cambiar, pero la nación es identidad indeleble, incluso para un migrante. La cumbia villera tiene identidad de clase, pero nadie quiere enseñarle eso a su hijo. El propósito del marxismo es convertir el odio a los ricos en odio al país también. Pero los nacionalistas sabemos que hay que elegir entre lucha de clases y movilidad social. Porque una de las muchas formas en que se produce la movilidad social es con matrimonios entre diferentes clases sociales. Defendamos los intereses territoriales de Argentina, no solo donde Harari propone si no en todas las direcciones, provocando anexiones pacificas o no, que las potencias mundiales no tendrán ningún reparo de reclamar terrenos fuera de sus continentes y en el mar argentino. Quizás Harari es un agente de inteligencia bloqueando los interesas patrios con subterfugios bien planeados de lucha entre clases y abolición de la propiedad que destrozaran a la clase media.